Las Familias Psicosomáticas, Cuando el Cuerpo Habla lo que la Familia Calla
27 Feb, 2025
Nombre: Isis Crismelly Burgos Jáquez.
Matrícula: 21-spss-5-013.
En muchas familias, los conflictos emocionales no se expresan con palabras, sino con síntomas físicos. Esto es lo que ocurre en las familias psicosomáticas, donde el cuerpo de uno de sus miembros se convierte en el espejo del sufrimiento familiar. En lugar de hablar abiertamente sobre sus problemas, estas familias los somatizan, es decir, los transforman en enfermedades reales. Pero, ¿por qué ocurre esto y qué impacto tiene en quienes lo padecen?
¿Cuando la enfermedad es un mensaje?
En estas familias, suele haber una persona que actúa como el “paciente identificado”, es decir, el miembro que carga con la tensión emocional del sistema familiar y la expresa a través de dolencias físicas. Puede ser un niño con constantes dolores de estómago o un adulto que sufre migrañas o fatiga crónica sin una causa médica clara. La enfermedad, en estos casos, no es solo un problema individual, sino una manifestación del malestar de toda la familia.
Por ejemplo, en un hogar donde los conflictos se evitan y las emociones se reprimen, un niño puede desarrollar asma o problemas digestivos como una forma inconsciente de expresar la tensión que siente a su alrededor. Los padres, en lugar de reconocer la raíz emocional del problema, centran su atención en tratar los síntomas, lo que refuerza la dinámica disfuncional.
El círculo vicioso del malestar
Las familias psicosomáticas suelen tener estructuras rígidas, donde la comunicación emocional es deficiente y el estrés es constante. En estos hogares, la enfermedad cumple varias funciones:
1. Evita enfrentamientos directos: En lugar de discutir problemas de pareja o conflictos entre padres e hijos, la preocupación se dirige hacia el enfermo, desplazando la atención de los verdaderos problemas.
2. Mantiene la cohesión familiar: La enfermedad puede actuar como un pegamento que une a la familia. En lugar de desintegrarse ante el conflicto, la familia se une para “cuidar” al miembro enfermo.
3. Refuerza roles fijos: Los cuidadores (generalmente los padres) se consolidan en su papel, mientras que el enfermo queda atrapado en su condición, limitando su autonomía.
Este ciclo se vuelve difícil de romper, ya que cualquier intento de cambio puede generar resistencia. En algunos casos, cuando el “paciente identificado” mejora, otro miembro de la familia comienza a presentar síntomas, demostrando que la enfermedad no es solo un problema personal, sino un reflejo del funcionamiento familiar.
¿Cómo romper el patrón?
El primer paso para salir de esta dinámica es reconocer que la enfermedad no es solo un problema médico, sino que tiene un fuerte componente emocional y familiar. Algunas estrategias incluyen:
• Abrir espacios de comunicación: Fomentar conversaciones donde los miembros puedan expresar sus emociones sin miedo al juicio o la culpa.
• Fomentar la autonomía: El enfermo debe recuperar su independencia y no ser definido solo por su dolencia.
• Buscar ayuda profesional: La terapia familiar puede ayudar a identificar las dinámicas dañinas y promover cambios saludables.
Conclusión
Las familias psicosomáticas nos muestran que la mente y el cuerpo están profundamente conectados. El silencio y la represión emocional pueden convertirse en enfermedades, pero el cambio es posible cuando se abren espacios para la comunicación y el entendimiento. Si en lugar de somatizar los problemas, las familias aprendieran a hablarlos, muchas enfermedades podrían prevenirse y, sobre todo, se podría vivir con mayor bienestar.
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